Se despereza el fénix
al ver danzar su muerte
en brazos del olvido.
Marchóse el pajarillo
se embaló hacia el barranco.
Pajarillo que trinabas:
el ave que te llora
que ruge y que aniquila,
despeñará raíces.
Raíces que degustan
la sal desmemoriada
pero que, a fin de cuentas,
es todo novedad.
Colisionó en tu seno
el hierro indestructible,
rompiéndote en pedazos.
Tomaste tu pincel
y trazaste costuras en tu carne.
Ha despertado el fénix.
Perdóname, yo te perdono.
Hoy mi amor es el olvido,
Y en sus brazos danza mi muerte.
Addah Monoceros.
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