Vivir sin sentir sería un sinsentido.

Vivir sin sentir sería un sinsentido.
The flower that blooms last is the most rare and beautiful of all.

Sunday 2 November 2014

Kintsukuroi.

Escribo. 

No como escritora, no como erudita, no como ilustrada docta. No como alarde de sapiente fatuidad, ni como vanagloriosa ostentación. Ni siquiera como la remilgada y asustada niña que conforma mi ser, aquella cuyos grandes ojos me devuelven la mirada cada vez que me cruzo con ella al otro lado del espejo. 

Escribo. 

Escribo con condescendiente dulzura, edulcorando cada sílaba y hechizando a las alevosía del tiempo con un edén de almibarada prosa. Escribo con rabia, con la hostilidad de un invierno sin fin, con la crudeza de la tormenta que, divertida, arrecia la intensidad del álgido vals con el que el frío la atrae hacia sí. Escribo con pesar, salpicando mi poesía con hiel en lugar de tinta, emborronando las vocales que mi garganta finge reclusas y de las cuales se vale para anudar mi corazón en un mortífero lazo. 

Escribo por ti. Escribo para ti. Para vosotros. Para mí misma. Escribo para disfrazarme, para burlar a la niña quien, junto al espejo, emula mis movimientos y se pierde en la noche voraz del redil de sus ojos. Niña que, coqueta, se atavía de versos y los declara suyos, porque son míos. Escribo para escribir. Escribo para vivir. Escribo porque existo, pero también para existir. Escribo para perderme, y de ese modo encontrarme. Escribo para no volver jamás, pese a arraigarme, sedentaria, en páramos infinitos, esotéricos, incólumes, contusos. 

Escribo. 

Addah Monoceros.

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