Vivir sin sentir sería un sinsentido.

Vivir sin sentir sería un sinsentido.
The flower that blooms last is the most rare and beautiful of all.

Monday 24 August 2015

Mare Nostrum.

Hace unos días, me preguntaron a quién necesitaba. Así, de imprevisto, sin miramiento alguno. Como si realmente fuera imprescindible depender emocionalmente de alguien (o de algo). Como si la respuesta se augurase, llana y transparente, emulando al mar que conforma nuestro ser. Y, como es natural, mi respuesta fue el silencio. El silencio, tan genuino y a la vez tan holgado, tan ambiguo. Tan henchido de vacío pero, al fin y al cabo, lleno. Será que la soledad encarna todo cuanto preciso para conocerme a mí misma, pues ¡es tan espuria la compañía impuesta! Nos embrida y aplaca con un peso adminículo del que bien podríamos despojarnos para zambullirnos mejor en nuestro océano de intrigas. ¿Acaso no es en dichas aguas donde hallamos esa balsa entre tempestades, ese reconfortante encuentro con un yo a menudo extraño, irreconocible incluso? Es en tierra ignota cuando plantamos las semillas de un espíritu en flor, recreándonos (¡y atormentándonos!) en los más sustanciosos devaneos de nuestra (ausencia de) cordura. Buceando en nuestro propio oleaje, sumergiéndonos más y más profundo. Y es que no hay enseñanza más atractiva que la originada en las entrañas del abismo que sólo nos hospeda a nosotros, como una nada y, por ende, como un todo.

Addah Monoceros.  

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