Vivir sin sentir sería un sinsentido.

Vivir sin sentir sería un sinsentido.
The flower that blooms last is the most rare and beautiful of all.

Friday 6 March 2015

Teriantropía.

En cualquier caso, de poco servía recelar de mi habilidad para surcar los cielos. Pues el yugo de una vigilia enjaulada me había emparedado en la herrumbrosa alevosía de un ocaso envenenado, de una valetudinaria lumbre en cuyo regusto creí hallar dulzura — mas no hice sino abandonarme a una sed insurrecta y enferma, un abestiado anhelo, una traílla enconada y calcinante. ¿Quién era yo? ¿Qué había sido de mí, del níveo plumaje que aderezaba mis alas, realzando mi cándido porte de arcángel tenaz, de polluelo revoltoso? ¿Quién me había usurpado el centelleo de mis pupilas imperecederas, antaño tiznadas de un negro fúlgido y purpúreo? ¿Qué clase de sortilegio había extirpado, sañudo, los últimos vestigios de potestad en cuya autocracia fingí sentirme libre? Pues fue la savia de la aflicción la que nubló mi vista, eclipsando mis serenas conjeturas, mis oníricas utopías, las cuales se arrebujaban redomadamente bajo las gramíneas del pernicioso forúnculo de mi querencia. Y tuviste que ser tú, tan enigmático, tan funestamente incandescente, quien, ataviado con el negro plumaje del recato, te posaste en mi busto de Palas y clementemente abriste la puerta que me redimió. Y azarosa desplegué las alas, que aún ardían con las brasas de mis acerbas retentivas — mas comprobé gozosa que toda jaula es aberrante, artificiosa y malsana. Que el mayor presente no estriba en las alas, sino en la radiante voluntad de desplegarlas. Que el vuelo más dichoso es el del ave que atesora su propia senda, que se recrea en el néctar de su albedrío... y que el amor fenece a expensas de la necesidad, su antípoda y su debacle. Pues te quiero porque no te necesito, y no te necesito porque te quiero. Y así me pierdo risueña en la noche que te concibe, y salpico de auroras tu lienzo estrellado —  ya que de poco sirve recelar de mi habilidad para surcar los cielos, cuando fueron tus luceros quienes me condujeron al paraíso. 

Addah Monoceros.

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