Vivir sin sentir sería un sinsentido.

Vivir sin sentir sería un sinsentido.
The flower that blooms last is the most rare and beautiful of all.

Monday 5 October 2015

Tinta.

Demasiados pájaros en la cabeza. Esculpo garabatos en el folio (y en mi alma), mas mis manos vuelan para posarse sobre mi rostro, clavando las uñas sobre unas mejillas que remedan el rojo sangre de un amanecer furioso. Trato de esclarecer algo, pero es que no. No puedo. 

¡Qué caprichosa es la inspiración! Se presenta de golpe, como un burdo soplo multicolor que estalla en un sinfín de temas que plasmar sobre el lienzo del pensamiento. Y, tan pronto como viene, se aleja rauda, casi traviesa. Y tarda en volver. A veces tanto, que creo haber olvidado a qué sabía su música. 

¡Es tan fácil caer en la fantasía! Tan sencillo como salir de ella, si bien duele hacerlo. Porque acaricias la realidad (que, al fin y al cabo, no deja de ser fuente de miedos y resquemores). Uno está más a gusto, pues, recreándose en lo inverosímil, tejiendo con certezas la túnica de lo absurdo. Imaginamos lo que no es; pero, claro, para nuestros ojos es. Y resulta tan delicioso que a menudo es imperativo forzarnos a pisar (aunque sea de puntillas) la gravedad de la tierra que nos atrae hacia sí. Aun cuando nuestras alas revoltosas pugnan por mecernos en un cielo de artificios. 

La vocecilla no tarda en puntualizar, empero, que la inexistencia del mundo interior no es más que una suposición dogmática. Seamos claros: el hilo que trenza nuestras percepciones viene cargado de realidad. Y es ahí cuando comienza a librarse una batalla en la que mis venas de cordura se entrecruzan con el bando delirante, desembocando en un engañoso espejismo erigido sobre un mundo confabulado que ya trazo a la perfección.

Con un matiz. Y es que ahora hay un intruso.

Addah Monoceros.

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